¿Vamos a bicicletear?

Aún me acuerdo cuando aprendí a manejar una bicicleta, mi papa me intentaba enseñar pero cuando me soltaba me iba al suelo y un día que estaba en la Tinta (Santa Catarina La Tinta) un amigo me presto una bicicleta y todos se fueron a bicicleta y como esa bici no tenía rueditas o “patias” pues yo me quede con la bicicleta en la mano, a un lado de la casa de este amigo había una pequeña bajada, me subí a la bicicleta y me deje ir, mi sorpresa fue que no me caí y fui aprendiendo los efectos de la inercia, aunque al fondo de la bajada había un árbol y al intentar esquivarlo siempre me caía pero la tarde era larga y poco a poco fui aprendiendo a esquivarlo, luego empecé a pedalear, y me caía pero seguía intentándolo al final de la tarde me di cuenta que ya podía manejar bicicleta y que no era tan difícil como pensaba y nunca me imagine que gracias a eso iba a tener muchas aventuras con mis amigos.

Un amigo de mi mama que es de la tinta “Don Roni” tenía una pista de bicicross y el nos invitaba a ir a jugar allí, era alegre salir con los amigos a bicicletear en esa pista con subidas y bajadas, curvas pronunciadas y charcos en donde mas de alguna vez nos caíamos, eso si al llegar a la casa nos esperaba una regañada por llegar todo sucio, cuando no íbamos a la pista de bicicross íbamos a recorrer la aldea (En esos tiempos aún era aldea) y como olvidar aquellos paseos serpenteando la orilla del río Polochic, o cuando recorríamos los potreros y los riachuelos que buenos días esos en La Tinta…

En el lugar donde mas disfrute de la bicicleta fue en mi querido pueblo San Juan Chamelco, me acuerdo cuando nos íbamos en bicicleta al estadio y como siempre nos dábamos gusto de las frambuesas silvestres, poco a poco fuimos aventurándonos mas, ya empezábamos a llegar al barrio Chituptu, al bario San Luis a la salida hacia Carchá. Luego comenzamos a agarrar extravíos entre estos barrios, las pequeñas veredas entre la montaña en donde eramos felices saltando entre charcos “El que se caiga es un pendejo”, subiendo cuestas difíciles “Haber quien sube”, o agarrando aviada en las bajadas “Cuidadito el que se caiga” tratando de evitar las raíces de los arboles que salen de entre la tierra.

Cuando crecimos un poco mas las aventuras fueron creciendo a su vez, ya nos adentrábamos a las aldeas, a la que mas me gustaba ir en bicicleta era la de Purah, y sus alrededores, ya que al final del camino nos esperaba el río en donde lavábamos las bicicletas y de paso nos echábamos un chapuzón y el que no quería meterse al agua aunque sea de “Pescadito, Pescadon” lo metíamos, o si no llevábamos una pelota y en mas de algún potrero nos metíamos a jugar futboll, o cuando nos exigíamos un poco mas y recorríamos el triangulo saliendo de Chamelco agarrando el camino de terraceria que salía a Carchá por las islas, luego tomábamos el camino asfaltado de Carchá a Cobán hasta llegar a Sasay donde agarrábamos ese extravío para regresar a Chamelco y todo esto gracias a que un día aprendí a manejar bicicleta…